¡EN ACAPULCO, TODOS SOMOS JUAN DIEGO! ¡PORQUE SANTA MARIA DE GUADALUPE, ES REINA DE LOS MARES!
¡A ACAPULCO LA VIRGEN LE DIJO, ESTE MAR ELIJO PARA SER MI ALTAR!

sábado, 5 de julio de 2008

Aprobación Eclesiástica

PBRO. LAURO LÓPEZ BELTRÁN

Aunque la idea de sumergir la imagen parezca inusitada, los simpatizadores de tal proyecto tuvieron el beneplácito de Sus Excelencias Reverendísimas, el Doctor D. Miguel Darío Miranda, Primado de la Iglesia Mexicana; y el Doctor D. Luigi Raimondi, Delegado apostólico en México. No es, desde luego, en todo el mundo, la primera imagen de María que se adentra en las aguas oceánicas, pero sí la primera sumergida en los mares de América. Precisamente no hace mucho que se llevó a cabo la inmersión de la Virgen del Toro, en el fondo del Mediterráneo, frente a Ciudadela, de la Isla de Menorca, correspondiente al Archipiélago de las Baleares, en España. La virgen del Toro, Patrona de la mencionada isla, fue colocada en un trono submarino y declarada Reina de los Mares. Desde el Puerto de Ciudadela salió la procesión marítima con la santa Imagen. Llegados al lugar convenido, un equipo de "Hombres Ranas" tuvo a su cargo la maniobra. La bajaron a una plataforma submarina preparada de antemano, a treinta metros debajo del agua.
El título de la imagen responde a una tradición de siglos. Se cuenta que con motivo de la irrupción sarracena en España el año 711, los menorquines escondieron la imagen de su Excelsa Patrona y que una vez recuperada la isla por los cristianos en 1287, se obró el milagro de su invención. Sucedió -según rezan añosos legajos- que un fraile de vida ejemplar, veía todos los sábados una resplandeciente luz en la cumbre de una montaña de 358 metros de altitud que dominaba las demás alturas de la isla. Dio cuenta a su prelado de aquella maravilla, decidiéndose la comunidad a subir procesionalmente a dicho cerro, no obstante saber que por allí merodeaba un toro embravecido que impedía el paso a cuantos querían acercarse.
Al llegar a la falda la religiosa comitiva, inclinose aquel bravo animal en señal de acatamiento a la Cruz empuñada por el fraile que guiaba la procesión; y guiando luego la dicha procesión el mismo toro, abrió senda por la compacta roca y siguió por delante hasta llegar frente a la cueva donde admirados encontraron la bendita Imagen, en lo más alto de aquella montaña que desde tal acontecimiento se denominó Monte Toro y la imagen encontrada Virgen del Toro, la cual tiene allí su famoso santuario al que acuden numerosos romeros.

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