Bendición de la Reina de los Mares

El sábado 1 de Junio del 2002, por la tarde salió del taller del escultor Alberto Chessal Ramírez sobre la caja de una camioneta Pick Up. Los rayos del sol destellaban en su cuerpo brillante, diferente de cuando fue sacada del mar enverdecida y con moluscos adheridos a su rostro, la Reina de los Mares lucio su verdadera belleza. Al arribar a la Catedral de Nuestra Señora de la Soledad, la grey católica la recibió con fervor.
A bordo de la camioneta la custodiaron Alberto Fares del Río y algunos de los buzos que la sacaron de su nicho marino frente al islote de la Hierbabuena el ocho de Abril. En la Catedral, el párroco Pedro Rumbo Alejandri le dio la bienvenida y la bendijo.
Sin lugar a dudas quienes desbordaron en manifestaciones de fe, fueron los fieles acapulqueños que con efusividad; la besaban, la tocaban, le rezaban y le pedían favores.

El domingo 2 de Junio del 2002, al término de la homilía en la Catedral, Mons. Felipe Aguirre Franco, Arzobispo de Acapulco, ante cientos de católicos que acudieron a misa, bendijo la imagen restaurada de la Reina de los Mares.
La imagen permanecería hasta el viernes 7 en el Santuario de Nuestra Señora de la Soledad, para posteriormente ser sumergida en las aguas marinas del puerto, en donde permanecería hasta el 18 de agosto del 2002, cuando llegase la replica que la sustituiría.

Acapulco sería uno de los lugares escogidos por el Vaticano para que los medios de información colocaran un santuario virtual en el Centro de Convenciones Acapulco, para recibir vía satélite la imagen de la canonización del beato Juan Diego.

Se había decidido que la escultura original sería colocada en un nicho sobre la Hierbabuena, para que pudiera ser admirada tanto dentro como fuera del mar, tal como hasta el día de hoy puede apreciarse.