Del Templo al Muelle

PBRO. LAURO LÓPEZ BELTRÁN

A las 11:00 horas empezaron a movilizarse todos los organizadores de la esplendorosa ceremonia y miles y miles de católicos devotos de Nuestra Guadalupana Reina, que le formaron apretada valla desde la Iglesia Parroquial hasta el Malecón. Fue llevada en hombros la Sacra Efigie y paseó triunfante acompañada de su procesión por todas las agrupaciones religiosas y civiles que portaban sus banderas y estandartes; por centenares de niños y niñas de los colegios que vestían lucidos uniformes; por las bandas de guerra, de las mismas escuelas y conjuntos de músicos de todos los pueblos aledaños; por los Boy Scouts, escultistas o exploradores, con sus insignias y trajes llamativos; por deportistas de todo linaje y fieles cristianos de todos los estratos sociales.


A su arribo al muelle, se colocó la fúlgida imagen en la prosa de un pangón, es decir, de una barcaza equipada de grúa y de todos los enseres para la carga y descarga de los buques. Este lanchón partió remolcado por la potente lancha de gasolina del señor don Aníbal de Iturbide, hacia "La Hierba Buena", donde tendría escena la emotiva inmersión. Se adentró en el mar a las 11:25 horas. Seguían la barca de la Virgen numerosas embarcaciones, desde insignificantes cayucos, movidos con remos cortos de palas anchas y ovaladas, y humildes tablas deslizadoras, hasta rápidas y atronadoras gasolineras, modernos yates y elegantes veleros.