¡EN ACAPULCO, TODOS SOMOS JUAN DIEGO! ¡PORQUE SANTA MARIA DE GUADALUPE, ES REINA DE LOS MARES!
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martes, 3 de junio de 2008

Retorno de la Reina de los Mares a su altar submarino

EL 12 de Junio del 2002, a las 8 de la mañana, en la Catedral de Nuestra Señora de la Soledad fue ofrecida la celebración Eucarística por el Presbítero Juan Carlos Flores Rivas, con la cual fue despedida la Imagen de la Siempre Virgen, Santa María de Guadalupe Reina de los Mares. El templo lucio colmado de fieles que atiborraron las 52 bancas de madera que se encuentran en el interior de la iglesia.

Al concluir la Santa Misa, poco después de las nueve de la mañana, la imagen fue trasladada a la Playa Tlacopanocha, de donde fue remolcada a su lugar en el fondo del mar.

"Esto nos permitirá seguir seguir ofreciendo nuestros servicios al turismo tanto nacional como internacional, ya que es un gran atractivo para los visitantes que además de ver la imagen cruzan a la isla de la Roqueta para disfrutar de sus tranquilas aguas y su exquisita diversidad de variedades gastronómicas a base de mariscos", comentó Arturo Meza Hernández.

El mar acogió una vez más el sentimiento de religiosidad, fervor y fe que cientos de fieles, en la que fue la última peregrinación sobre el mar para acompañar a la imagen de la Reina de los Mares, que tenía más allá de un año de vida por su deteriorado estado.
Más de 200 feligreses en decenas de embarcaciones acompañaron entre cantos y rezos a la Reina de los Mares de regreso a las tranquilas aguas de La Roqueta.

Políticos y funcionarios acudieron también al encuentro, entre ellos se observó a la titular de la Secretaría de Fomento Turístico, Guadalupe Gómez Maganda y el candidato priísta para ocupar la alcaldía de Acapulco, Ernesto Rodríguez Escalona.
Pescadores, buzos como Alfonso Arnold, Alberto Fares del Río, entre otros también asistieron.

El Sacerdote Presbítero Juan Carlos Flores Rivas junto con los miembros del Comité de Restauración de la Reina de los Mares se encargaron de guiar la procesión.
La imagen fue trasladada en la lancha Nautilus, mientras que los invitados especiales, como Guadalupe Gómez Maganda, fueron llevados en el barco Santa María I, que es considerado el más grande con fondo de cristal.
Durante el recorrido, los cantos gudalupanos no cesaron al igual que las porras, tanto así que al sitio se acercó una embarcación llamada Luzbel, cuyos tripulantes pretendían ver el descenso de la escultura.

La salida de las embarcaciones del Malecón porteño fue a las 9:45 de la mañana, y la sumersión duró 10 minutos, pero el recorrido y la espera de las lanchas para acercarse a ver en donde quedaba la Reina de los Mares tardaron más de una hora y media.
Entre el ruido de las olas y las pocas gaviotas que por ahí pasaban, los católicos revivieron su fe con cantos, aplausos y el llanto, en la despedida de la imagen que salió por unas semanas para recibir aliento de sus fieles y continuar por al menos tres meses más bajo el mar.

Al llegar al lugar de la inmersión, la famosa imagen sumergida en el fondo del mar, utilizada por los prestadores de servicios turísticos como un atractivo más del puerto, estuvo acompañada por al menos 200 fieles que desde sus barcas observaban religiosamente como la Reina de los Mares bajaba desde aquella embarcación utilizada por los pescadores para auxilio marino, para volver a establecerse en su antigua morada.
Después de dos meses y cuatro días de reparación, la escultura de la Reina de los Mares fue nuevamente sumergida en su Santuario submarino en la Hierbabuena.

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