¡EN ACAPULCO, TODOS SOMOS JUAN DIEGO! ¡PORQUE SANTA MARIA DE GUADALUPE, ES REINA DE LOS MARES!
¡A ACAPULCO LA VIRGEN LE DIJO, ESTE MAR ELIJO PARA SER MI ALTAR!

martes, 17 de junio de 2008

Apoteosis Culminante

PBRO. LAURO LÓPEZ BELTRÁN


El Padre Parra tenía que hacer la declaración de la Virgen como Reina de los Mares y por lo mismo abandonó el yate y abordó una lancha. Le acompañe para ver más de cerca la ceremonia. En breve alocución arengó a las multitudes y vitoreó a Nuestra Guadalupana -eran las 13:30 horas- que por voluntad de todos los hombres y mujeres del ma, navegantes, deportistas y pescadores, desde ese momento la reconocerían como su especial Protectora Enseguida empezaron a descender lentamente la nueva imagen que polarizaba todas las miradas y arrancaba lágrimas de tierna emoción, suspiros y plegarias silenciosas en todos los corazones.


Abajo, dentro del agua, esperaba equipo de ocho "Hombres Ranas", entre quienes se contaba: el tantas veces citado banquero señor Don Aníbal de Iturbide, el arquitecto Héctor Mestre, el ingeniero Enrique Conti, el teniente de navío Mario Cano y los hermanos Alfonso y Reginaldo Arnold, para entronizar la broncínea estatua de la Virgen Guadalupana en su primer altar submarino de este Continente. Fueron auxiliados en la difícil maniobra por destacados miembros de la Base Naval de Icacos.


Quedó sujeta la elogiada y artística escultura por su pedastal mediante grandes pernos. A causa de lo medio nublado y de las sombras que hicimos más de 200 buzos y nadadores que además removían mucho el agua, de los ocho pernos que llevaban preparados sólo pudieron colocar seis. Supongo que después adaptarían los dos restantes.


Como patriótico colofón a esta sin par y devota ceremonia que ha tenido resonancia universal, escucháronse las notas marciales de nuestro precioso e inspirado Himno Nacional. Sus estrofas fueron coreadas a voz de todo un pueblo que había ido de todas las comarcas para dar testimonio de su fe y para ser testigo del más grande acontecimiento religioso en Acapulco, donde por primera vez en los anales de la Historia Guadalupana se proclamó a la Virgen de Juan Diego soberana de los Mares.

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