El maestro Don Fulgencio Avila, organista titular de la Catedral, acompañado de un grupo de cantores dirigió, y fue coreado por el pueblo, el himno guadalupano del R.P. Saturnio Junquera S.J., cuya letra transcribo:
Desde el cielo una hermosa mañana
la Guadalupana bajó al Tepeyac.
Suplicante juntaba sus manos,
y eran mexicanos su porte y su faz.
Su llegada llenó de alegría,
de luz y armonía, todo el Anáhuac;
junto al monte pasaba Juan Diego,
y acercose luego al oír cantar.
Juan Dieguito, la Virgen le dijo.
este cerro elijo para ser mi altar.
Y en la tilma, entre rosas pintada,
su imagen amada, se dignó a dejar.
Desde entonces para el mexicano
ser guadalupano es algo esencial;
en sus penas se postra de hinojos
y eleva sus ojos hacia el Tepeyac.
No hay comentarios:
Publicar un comentario