PROBLEMAS ECOLOGICOS EN ACAPULCO RELACIONADOS CON LA PRACTICA CADA VEZ MAS FRECUENTE DE LA
CREMACION
Pbro.
Lic. Juan Carlos Flores Rivas.
Queremos
aprovechar que recientemente, la Iglesia Católica ha expresado su parecer en
torno al tema relativo a la CREMACION. Ahora, proponemos alternativas al esparcimiento
incontrolado de cenizas. En Acapulco, el Comité para la Restauración de la
Reina de los Mares A. C. que presido, ha dado varias alertas –incluso en la
prensa nacional e internacional- en torno al abuso que pretende constituir en
un CEMENTERIO CLANDESTINO el Islote de la Yerbabuena, santuario natural de la
santísima Virgen de Guadalupe, Reina de los Mares y sus alrededores. Problema
en el que confluye la indolencia de las autoridades federales marítimas y
sanitarias, así como la poca conciencia de los prestadores de servicios que
permiten que muchas personas arrojen en el lecho marino las cenizas de sus
deudos, con todo y caja, lo que provoca una gran contaminación visual, y
ecológica.
Esparcir
o depositar las cenizas de seres queridos fallecidos en lugares evocadores con
un especial encanto o significado, se ha venido convirtiendo en un problema
ecológico. A las cenizas, lesivas cuando se esparcen sobre ciertos suelos, se
suman las urnas, flores o velas con las que los deudos rinden los últimos
homenajes a sus muertos. Y en el caso del Islote de la Yerbabuena, los
GRAFITEROS, que atentan contra las rocas del entorno ecológico. Son varios los
países que ya han prohibido esta práctica en determinadas zonas, y muchas las
normativas locales que prevén la habilitación de espacios específicos para este
fin en los propios cementerios.
Ya
la Iglesia Católica ha expresado tajantemente:
Ø Que
la Iglesia Católica no acepta la inhumación de cadáveres, solo la TOLERA. Recomienda
a sus fieles, que conserven la piadosa práctica de la inhumación. Incluso, si
una persona pública y manifiestamente opta por la cremación, con la intención
de expresar su rechazo a la fe que proclama “la resurrección de la carne”, se
le debe impedir cristianas exequias.
Ø Que
a pesar de que las personas opten por esa opción, NADA JUSTIFICA LA PERMENANCIA
DE LAS CENIZAS en lugares inadecuados, como la casa de los deudos, ni mucho
menos su traslado constante de un lugar a otro, ni siquiera para “llevarlos a Misa”.
Ø ES
CONTRA LA PIEDAD CRISTIANA esparcir las cenizas de un difunto, ni siquiera
llevados a lugares con motivos “romanticos”, o “poéticos”.
Ø Todo
fiel cristiano que opta por la cremación ESTA OBLIGADO a colocar las cenizas de
sus deudos en lugar SANTO, como es un cementerio, y un lugar dedicado a
CRIPTAS, ex profeso.
Aunque
la inhumación sigue siendo el sistema de enterramiento más frecuente, la
incineración va ganando puesto, y esto, parece deberse al menor coste económico
“relativo” que conlleva (lo que es una falsedad, porque a esto hay que
agregarle el costo de una cripta), a la menor exigencia de espacio para el
depósito de los restos y también en buena medida, a que las cenizas resultantes
pueden ser esparcidas o depositadas no sólo en los cementerios, sino en lugares
diversos.
Descansar
en el mar: La idea evocadora de esparcir las cenizas sobre el mar podría no
causar grandes desatinos, no así la NECEDAD de depositar la urna completa mar
adentro. A la capacidad contaminante de las cenizas se une el hecho de que las
urnas suelen estar hechas con materiales resistentes y difíciles de eliminar. A
esas urnas se suman las muestras de recuerdo al fallecido, generalmente flores
o velas, en los lugares en los que en su momento se depositaron las cenizas, lo
que, con frecuencia, incrementa la cantidad de residuos en espacios que
precisan protección, tanto en el mar como en sus riberas. Esto obligaría a la
intervención de las autoridades, para el uso de materiales biodegradables;
urnas que se disuelven en el agua del mar en menos de una semana.
La
Iglesia llama a católicos a no esparcir cenizas, que se respete el entorno
ecológico, y sobre todo la dimensión de la fe, que exige inhumar el cadáver de
todo fiel cristiano, pues esto va concorde respecto a las exequias de los
fieles difuntos, la práctica contraria se constituye en una especie de
neopaganismo y no es aceptable para la Iglesia católica.
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