¡EN ACAPULCO, TODOS SOMOS JUAN DIEGO! ¡PORQUE SANTA MARIA DE GUADALUPE, ES REINA DE LOS MARES!
¡A ACAPULCO LA VIRGEN LE DIJO, ESTE MAR ELIJO PARA SER MI ALTAR!

miércoles, 8 de octubre de 2008

REINA DE LOS MARES 50 AÑOS


GUADALUPE MAR ADENTRO, SUBMARINA.

El 12 de Diciembre de 1958 la Santísima Virgen de Guadalupe es proclamada por los hombres y mujeres rana de México –inspirados por la insigne Amelia Sodi Pallares-, y por todo el puerto católico de Acapulco –presidido por el Señor Cura de aquél entonces Ysidro Guillermo Jorge Parra Martínez, de feliz memoria-, como la Reina de los Mares. Sumergen frente a la Playa de Caleta, en el islote yermo de la Yerbabuena, una escultura estilizada de la Virgen Santa María de Guadalupe –diseñada por el Arquitecto Héctor Mestre y ejecutada por el escultor Armando Quezada-, con formas de pez, para que mejor pueda resistir los embates de las aguas, de dos metros y medio de alto, de más de 450 kilos de peso. Por este motivo, surgieron las ya tradicionales lanchas con fondo de cristal. Hasta la fecha, ir a ver a la Virgen, la que está en el fondo del mar, es uno de los paseos más solicitados y cada 11 de Diciembre, los buzos bajan a velarla con una ofrenda.

A Acapulco la Virgen le dijo:
¡Este mar elijo para ser mi altar!

ROMANCE DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
Manuel Ponce
1943

Gaviota Guadalupana
submarina y marinera,
Los ángeles te bajaron
de tu almanaque de piedra.

Y descendiste hasta el fondo
a tocar las entretelas
del mar que, todo amargura,
es un corazón que tiembla.

Tus camarines de vidrio
cantan una pastorela
de rebaños escamosos
y de fósiles estrellas.

Aguamarina tus ojos,
piélagos son de clemencia;
suben al cielo tus lágrimas
como burbujas pequeñas.

A tus fuentes bautismales
que lavan toda impureza,
mis neófitas miradas
en escafandra se acercan.

Bajel que bajo las ondas
la misma luna navegas,
y a banderas desplegadas
el mismo querube ondeas.

Guadalupe submarina,
¡oh rosa de madreperla¡
Y en los inviernos del agua,
nuevo milagro entre peñas.


A LA REINA DE LOS MARES
Armando Carmona Quezada 2006

Virgen de Guadalupe
Reina de los Mares
hoy tus altares
son las olas del mar.

Las aguas cristalinas
acarician tu frente
y la vida marina
embellece tu altar.

Una cauda de luceros
entretejen tu pelo
con pedazos de cielo
de luna y de mar.

Los amaneceres
se tiñen de colores
y hacen un manto de flores
de tu figura en el mar.

Acapulco… Acapulco
en tus aguas ocurrió el milagro
por eso tienes un santuario
en el fondo del mar.

Virgencita de Guadalupe
Reina de los mexicanos
da tus bendiciones
a tus hijos en el mar.


EL PREGON DEL ATABAL
Francisco Plácido
26 de diciembre de 1531

Yo me recreaba
con el conjunto policromado
de variadas flores de tonacaxochitl, que se erguían sobrecogidas
y milagrosas,
entreabriendo sus corolas en presencia tuya.
¡Oh Madre nuestra Santa María!

Junto al agua cantaba Santa María:
Soy la planta preciosa
de escondidos capullos;
soy hechura del Único,
del perfecto Dios;
soy la mejor de sus criaturas.

Tu alma
está como viva en la pintura.
Nosotros le cantamos
junto al libro grande
y le bailamos con perfección.
Y tú, Obispo, padre nuestro,
predicas allí, en la orilla del agua.

Dios te creó, ¡Oh Santa María!, entre abundantes flores;
y nuevamente te hizo nacer; pintándote en el obispado.

Artísticamente te pintó. ¡Oh!,
en el venerado lienzo
tu alma se ocultó.
Todo allí es perfecto y artístico.

¡Oh! yo aquí de fijo habré de vivir.
¿Quién tomará mi ejemplo?
¿Quién conmigo irá?
¡Oh!, postrados en torno suyo.
¡Oh!, cantad con perfección
y mis cantos se desgranen
en presencia suya.

Lloro, digo y advierto a mi alma
que observa la verdadera razón
de mi canto.

¡Oh!, que se funde,
que prontamente sea hecha
su casa terrenal.
Allí morarás alma mía,
flor distinguida
que su aroma difunde
mezclándolo al de nuestras flores.

¡Oh!, vibrantemente
brotan mis cantares
en loor del venerado
y tierno fruto de nuestras flores
que son su perenne adorno.
La flor del cacao
su perfume va esparciendo;
su aroma la flor poyama
los caminos perfume.
Allí viviré yo el cantor.
¡Oh! ¡oh!, oíd mis cantos
que brotan tiernamente.

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